Cuando se
desarrollaron las elecciones en la FPF y salió como ganador el señor Edwin Oviedo,
los medios de prensa y todos los peruanos nos preguntamos en que cambiaría el
fútbol peruano, si todo iba a ser igual como cuando estaba el señor Manuel
Burga.
El primer
punto a atacar fue la selección peruana, el presidente Oviedo destituyó a Pablo
Bengoechea de su puesto de entrenador de
la bicolor y contrató a Ricardo Gareca, un nombre ya conocido en el Perú por su
trabajo realizado en Universitario y que internacionalmente había desarrollado
buenos campeonatos con Vélez Sarsfield y también un trabajo para el olvido con
el Palmeiras de Brasil.
El llamado ‘Tigre’ no había tenido la oportunidad de
dirigir a la selección de un país en todos sus años como entrenador, a pesar de
no tener esa experiencia aceptó desde un primer momento dirigir a la selección nacional del Perú.
Las dudas
sobre el trabajo del técnico argentino eran muchas, no sabíamos que iba a hacer
en tan poco tiempo cerca a un campeonato tan importante como la Copa América.
Si bien el
trabajo de Pablo Bengoechea no estaba teniendo buenos resultados, la selección
ya estaba buscando un estilo o una característica de juego y el cambio de
entrenador se creía que no le vendría bien a miras de una copa y unas
clasificatorias al mundial.
El primer
desafió del ‘Tigre’ se dio ante Venezuela con jugadores de nuestro medio local
donde no nos fue muy bien y ya se creía otro proceso perdido desde el
principio. Previo a la Copa América enfrentamos a la selección de México que
venía con algunos suplentes y solo pudimos empatar, este empate generó más
críticas arrolladoras contra la selección. Pero el profe Gareca solo necesitaba
más tiempo y así lo demostró frente a
Brasil, Venezuela, Colombia, Bolivia, Chile y Paraguay.
Lo que hizo
la selección en Chile, ya es historia conocida y aplaudida. Le demostramos a todos que el Perú está para
dar pelea, que las clasificatorias las pelearemos hasta el final y que este
proceso de ocho partidos es solo la
preparación al verdadero juego peruano que está regresando y con más fuerza que
nunca.