El fútbol es el
deporte más popular en el globo, es quizás el único que puede unir personas de
diferentes religiones, estatus sociales y razas; nos hace llorar, ya sea de
alegría o tristeza, nos puede alegrar la semana o, simplemente, destruirla. Es
que el fútbol, desde su creación, ha despertado en el hombre un sentimiento
difícil de explicar con palabras, una pasión incontrolable, un nuevo amor.
A diferencia de
Brasil, Argentina o Uruguay, el fútbol nos ha dado más tristezas que alegrías a
lo largo de nuestra historia, incluso me atrevo a decir que nos hizo
acostumbrarnos a perder y a ser conformistas (“ojalá, aunque sea, empatemos”).
Mientras que en Brasil el fútbol es una fiesta, en Argentina una escuela y en
Uruguay es sinónimo de garra, en el Perú aún no tenemos definido qué es. ¿Qué
es el fútbol peruano? ¿De qué es sinónimo nuestro fútbol?
Considero que nuestro
país no tiene una tradición futbolera, tuvimos una generación dorada, sí, del
65 al 82, pero qué pasó luego. Fracaso tras fracaso, jugadores que de jóvenes
son promesas, pero que quedan ahí, solo en promesas. Procesos eliminatorios que
nos dieron quizás las más grandes amarguras de nuestras vidas en algunos casos
(eliminatorias Francia 98). Incansable es la búsqueda de un “mesías” que por fin
nos vuelva a llevar a una cita mundial cuando en realidad necesitamos de todo
un conjunto.
¿Qué es el futbol
peruano? Quizás la respuesta sea el resultado de malos manejos, el reflejo de
nuestra sociedad. Aquí creemos que el fútbol solo es ir detrás del balón en
busca de anotar un gol, ver a 22 seres humanos dentro de un campo de juego,
estrategia, táctica. Pero el fútbol va más allá de un terreno de juego, implica
profesionalismo, sacrificio, entrega, amor por tus colores, valores. No solo
son los jugadores los que tienen que cumplir con estas características, sino
también la gente que está detrás, administrando, observando, criticando,
estudiando este maravilloso deporte.
El fútbol peruano no
es más que el resultado de malos manejos, de corrupción por parte de sus
dirigentes y jugadores (el no comprometerte por tus colores, sacarle la vuelta
al equipo tomándote unas "chelitas", para mí es corrupción). Es la incansable búsqueda
de logros sin haber trabajado para conseguirlos. Acá no hay fiesta, no hay
escuela ni garra. Aún no podemos decir que nuestro fútbol tiene un sinónimo
positivo, para eso hay que trabajar. ¿Evolucionó?
Nuestro balompié se
estancó en el mundial del 82. ¿No me creen? ¿Por qué entonces seguimos hablando
de las viejas glorias y viejos triunfos? No evolucionó porque jamás se trabajó
para ello. Ahora, eso no quiere decir que en el Perú no hay talento, hay mucho,
pero desperdiciado, mal trabajado, mal educado. Deberíamos cambiar la búsqueda
de ese “mesías” por la de gente comprometida y profesional. Buscar una solución
a la raíz del problema nuestro fútbol. Para conseguir triunfos en este deporte
se debe trabajar en equipo, no es deporte de individualidades, sino pregúntenle
a la selección de Portugal y a Cristiano Ronaldo.
Dicen que el corazón
es como un rompecabezas que a lo largo de la vida se va armando, que vas
encontrado las piezas conforme pasan los años. Para poder morir tranquilo y
poder decir que mi rompecabezas se armó al final, quiero ver a mi selección
peleando de igual a igual con potencias europeas, a mi equipo ganando una Copa
Libertadores, a mi liga entre las mejores del continente. Lo último que se
pierde es la fe y la esperanza.
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