lunes, 13 de abril de 2015

El fútbol que no quiso evolucionar

El fútbol es el deporte más popular en el globo, es quizás el único que puede unir personas de diferentes religiones, estatus sociales y razas; nos hace llorar, ya sea de alegría o tristeza, nos puede alegrar la semana o, simplemente, destruirla. Es que el fútbol, desde su creación, ha despertado en el hombre un sentimiento difícil de explicar con palabras, una pasión incontrolable, un nuevo amor.

A diferencia de Brasil, Argentina o Uruguay, el fútbol nos ha dado más tristezas que alegrías a lo largo de nuestra historia, incluso me atrevo a decir que nos hizo acostumbrarnos a perder y a ser conformistas (“ojalá, aunque sea, empatemos”). Mientras que en Brasil el fútbol es una fiesta, en Argentina una escuela y en Uruguay es sinónimo de garra, en el Perú aún no tenemos definido qué es. ¿Qué es el fútbol peruano? ¿De qué es sinónimo nuestro fútbol?

Considero que nuestro país no tiene una tradición futbolera, tuvimos una generación dorada, sí, del 65 al 82, pero qué pasó luego. Fracaso tras fracaso, jugadores que de jóvenes son promesas, pero que quedan ahí, solo en promesas. Procesos eliminatorios que nos dieron quizás las más grandes amarguras de nuestras vidas en algunos casos (eliminatorias Francia 98). Incansable es la búsqueda de un “mesías” que por fin nos vuelva a llevar a una cita mundial cuando en realidad necesitamos de todo un conjunto.

¿Qué es el futbol peruano? Quizás la respuesta sea el resultado de malos manejos, el reflejo de nuestra sociedad. Aquí creemos que el fútbol solo es ir detrás del balón en busca de anotar un gol, ver a 22 seres humanos dentro de un campo de juego, estrategia, táctica. Pero el fútbol va más allá de un terreno de juego, implica profesionalismo, sacrificio, entrega, amor por tus colores, valores. No solo son los jugadores los que tienen que cumplir con estas características, sino también la gente que está detrás, administrando, observando, criticando, estudiando este maravilloso deporte.

El fútbol peruano no es más que el resultado de malos manejos, de corrupción por parte de sus dirigentes y jugadores (el no comprometerte por tus colores, sacarle la vuelta al equipo tomándote unas "chelitas", para mí es corrupción). Es la incansable búsqueda de logros sin haber trabajado para conseguirlos. Acá no hay fiesta, no hay escuela ni garra. Aún no podemos decir que nuestro fútbol tiene un sinónimo positivo, para eso hay que trabajar. ¿Evolucionó?

Nuestro balompié se estancó en el mundial del 82. ¿No me creen? ¿Por qué entonces seguimos hablando de las viejas glorias y viejos triunfos? No evolucionó porque jamás se trabajó para ello. Ahora, eso no quiere decir que en el Perú no hay talento, hay mucho, pero desperdiciado, mal trabajado, mal educado. Deberíamos cambiar la búsqueda de ese “mesías” por la de gente comprometida y profesional. Buscar una solución a la raíz del problema nuestro fútbol. Para conseguir triunfos en este deporte se debe trabajar en equipo, no es deporte de individualidades, sino pregúntenle a la selección de Portugal y a Cristiano Ronaldo.


Dicen que el corazón es como un rompecabezas que a lo largo de la vida se va armando, que vas encontrado las piezas conforme pasan los años. Para poder morir tranquilo y poder decir que mi rompecabezas se armó al final, quiero ver a mi selección peleando de igual a igual con potencias europeas, a mi equipo ganando una Copa Libertadores, a mi liga entre las mejores del continente. Lo último que se pierde es la fe y la esperanza.


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