lunes, 13 de abril de 2015

Queremos un poeta

Aquellos que vieron a César Cueto jugar al fútbol dicen que nunca habrá nadie igual. Que la capacidad técnica y talento del zurdo es imposible de igualar. Han pasado ya 46 años del debut del "Poeta de la Zurda" y 24 desde su retiro en 1991. En los 22 años de futbolista César Cueto ha dejado un legado difícil de igualar hasta el día de hoy.

Dicen que el poeta tiene la capacidad de convertir las palabras en obras de arte. César Cueto tenía exactamente la misma habilidad pero con un balón de fútbol. La poesía del zurdo no estaba en prosa ni en verso, los poemas que inventaba estaban reflejados en los tacos, las gambetas y los pases siempre al pie. César Cueto fue el más joven integrante de aquel mágico equipo blaquiazul de finales de los 60's. Donde grandes figuras cómo Teófilo Cubillas, Perico León, Julio Baylón, Víctor "Pitín" Zegarra, Babalú Martinez y en el arco, José "Caico" Gonzáles Ganoza.Para ese momento el poeta era la principal pieza de recambio del club intimo, por ese entonces entonces jugaba de puntero derecho. 

Un joven César Cueto en 1969 ( Foto: FotosFútbolperuano)


Ya en 1972 el por entonces César "Loro" Cueto, fue vendido al José Gálvez de Chimbote. El club del norte del país, que recientemente había ascendido a primera división, contaba con un buen presupuesto por el auge de la industria pesquera del Perú. Dejó el José Gálvez que había perdido todo el apoyo de la industrias pesqueras y firmó por el Deportivo Municipal, donde debido a los malos manejos y poco presupuesto tuvo una muy mala campaña.

César Cueto en José Gálvez 1972 (Foto: Perúfútbol.com)

Regresó al club de sus amores Alianza Lima en 1975. Al mando del equipo estaba el ex futbolista de Sport Boys, Marcos "El Chueco" Calderón. Aquí coincidió con grandes jugadores, entre los que destacan, un joven Jaime Duarte y José Velásquez.  En 1977 integró el mejor equipo en la historia del club. De Europa habían regresado Teófilo Cubillas y Hugo Sotil, un tridente impresionante. En este año marcaría uno de los mejores goles en la historia del fútbol peruano y el mejor de su carrera. El primero de mayo, frente a Sporting Cristal, vio que Ramón Quiroga estaba adelantado, el poeta desde el medio campo y con toda su fuerza disparó. El arquero celeste, no hizo más que mirar el balón como entraba limpio a su red. Para aplaudir.

Teófilo Cubillas, Hugo Sotil y César Cueto, Alianza Lima 1977
(Foto: Comandosvr.com)

El éxito de César Cueto fue en Colombia, donde fue campeón en 1981 con el Atlético Nacional y en 1984 y 1985 con el América de Cali. César Cueto, es considerado el mejor zurdo en la historia del fútbol cafetero. Fue referente de Carlos "El Pibe" Valderrama, que muchas veces ha dejado claro que el poeta es, fue y será su ídolo. Luis Fernando Suárez ha dicho que César Cueto es el prototipo de futbolista peruano y que es más dotado que el propio pibe. Su ultimo año en el fútbol colombiano fue en 1987 en el club Cúcuta Deportivo.

Cueto en el Atlético Nacional 1982 (Foto: Rankpedia.com)

A raíz de la tragedia del Focker, en 1987, César Cueto volvió a apoyar a Alianza Lima en una muestra franca de amor. Por esos años jugó la Copa Marlboro para el Sporting Cristal, que venciendo al Bénfica de Portugal, sería campeón. En 1991 se retiró, con tres títulos nacionales ( 1975. 1977, 1978), una Copa América (1975), participando en dos Copas del Mundo (Argentina '78 y España '82). Después del retiro, el poeta ha seguido dando cátedra de buen fútbol, ya sea en partidos benéficos, despedidas, amistosos y "pichanguitas". 

Ya con 62 años, el poeta de la zurda, tiene la satisfacción de ser reconocido por su gente. Es común, al día de hoy, ver a César Cueto caminar por las calles aledañas al estadio Alejandro Villanueva, recibiendo el saludo, de los que lo vieron jugar, de los hijos de estos y hasta de los nietos. El poeta forma parte de la memoria de muchas generaciones que disfrutaron su talento y humildad. Nosotros, los jóvenes que no tuvimos la satisfacción de verlo en vivo, quedamos encantados con las anécdotas de nuestros padres, tíos y abuelos, que de cierta forma, sonreían, cada domingo que el poeta pisaba el campo. 

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