Perú perdió ante el clásico rival, pero dejó
todo en la cancha, se luchó. A diferencia de otras veces, no tenemos nada que reprocharles
a esos 10 soldados que salieron a demostrar que esta selección está para cosas grandes. En un
escenario abarrotado por miles de
chilenos deseosos de gloria, de copas, nunca se rindieron.
Y sí, jugamos con 10
casi todo el partido. Carlos Zambrano recibió la segunda amarilla a los 20
minutos del primer tiempo y parecía que se nos venía la noche, una inevitable
goleada. El primer gol de Chile, tras una jugada fortuita, incrementó esa
sensación de que todo estaba perdido. Pero este Perú es diferente, atrás quedó
ese equipo que tras un golpe perdía las ganas de jugar, ese equipo que se
entregaba al rival.
Chile intentaba por
todos lados, con toques rápidos, tratando de sorprender a los defensores
peruanos, incluso se les anuló un gol por una posición adelantada que no
existió. Pero si hay algo que no se puede perder es fe. Buena contra por la
derecha, pique de Luis Advíncula, centro al área y autogol de Gary
Medel. El corazón del pueblo peruano estalló de emoción, teníamos una oportunidad
ahí. Si era justo o no el empate no importa, esto es fútbol y Perú había
conseguido algo que parecía imposible.
Pero como ya mencioné,
esto es fútbol. En la cancha los errores tienen un precio muy alto. Contra un
equipo con el poder de ataque que posee Chile no puedes perder el balòn en la mitad
de la cancha cuando estás tratando de contraatacar y el equipo está saliendo. Después de haber defendido con éxito una
jugada muy peligrosa, Juan Manuel Vargas levantó la cabeza y vio a Paolo Guerrero
predispuesto a buscar la contra, se la pasó, Paolo intentó abrirla por el
costado, pero la bola se le quedó enredada entre las piernas y Chile sacó
provecho de esto. Eduardo Vargas levantó la cabeza y vio que nadie lo
presionaba, avanzó unos metros, quizás aún no tenía claro qué hacer, volvió a
levantar la cabeza y fue ahí cuando vio a Pedro Gallese salido unos metros, no
perdió más el tiempo y tomó la mejor decisión, derechazo bien esquinado y
golazo.
Con el marcador en
contra, seguimos buscando el empate, no bajamos los brazos, rendirse jamás fue
una opción. Los clásicos son partidos que se tienen que jugar hasta el final,
son partidos aparte. Hoy no hay nada que reprocharle al equipo nacional, se
buscó incansablemente el empate, pero no se pudo.
La derrota duele, pero
lo que Perú mostró durante el torneo es admirable; con poco tiempo de preparación,
el técnico Gareca logró devolverle parte de la identidad de juego que nos
caracterizó a la largo de la historia. Ahora tenemos un partido más, tenemos la opción de repetir el
tercer puesto que alcanzamos hace cuatro años en Argentina.
Gracias muchachos, a
pesar de que nadie creyó en ustedes, salieron a dar la cara, a representar a un
pueblo carente de fe, a un pueblo derrotado sin ni siquiera haber jugado un
solo partido. Esperamos con mucha ansia las eliminatorias y confiamos en que la
historia no volverá a ser la misma de los últimos años.
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